jueves, 10 de abril de 2014

SOMOS TODOS NEGROS - Juan Carlos Romero


El proyecto está destinado a reivindicar al pueblo haitiano que varios años antes de 1810 ya se había declarado independiente de los franceses eliminando la esclavitud por primera vez en la historia, tanto en América como en el resto del mundo y la propuesta es que la población conozca esto a través de una intervención urbana.
25 de Marzo, 15:00 hs – espacio público
26 de Marzo, 10:30 hs – espacio público
    


En el marco de la exposición “Proximidad” inaugurada el pasado lunes en el Cabildo de la Ciudad, Juan Carlos Romero, referente y pionero del arte público en nuestro país, desarrolló una pegatina de carteles en el centro histórico.
La pegatina
Con un rollo de carteles bajo el brazo, Juan Carlos Romero, acompañado por las curadoras de la exposición “Proximidad” Gabriela Halac y Soledad Sánchez Goldar, más algunos artistas invitados y un grupo de curiosos, comenzó a recorrer las calles del centro histórico de la ciudad de Córdoba para desarrollar su acción. Una pegatina de carteles amarillos que proclaman: “Ahora todos somos negros. Todos los ciudadanos, de aquí en adelante, serán conocidos por la denominación genérica de negros”. La frase corresponde a un extracto de la constitución haitiana de 1810, cuando dicho pueblo se declaró independiente de los franceses eliminando la esclavitud por primera vez en la historia. El recorrido de la acción se desarrolló en la “Ruta del Esclavo”, la cual identifica los sitios de memoria vinculados a la trata de negros y a la esclavitud en nuestra ciudad. De este modo, la propuesta de Romero estableció un diálogo histórico entre los ejes de memoria y derechos humanos propuestos por la exposición y la declaración de independencia de Haití más de dos siglos atrás. Según el artista, la acción también propone reflexionar sobre temas vinculados a la explotación: “Si bien los derechos humanos en la Argentina sufrieron su peor momento durante la dictadura militar, en nuestro país nunca hubo derechos plenos: los pueblos originarios que tienen problemas con las tierras, las comunidades marginales y los que viven en las villas donde circulan grandes cantidades de drogas suelen ser siempre los más afectados”.
La afirmación “Ahora todos somos negros” busca generar una igualación entre la sociedad y todos aquellos a quienes se estigmatiza despectivamente por su condición social, cultural o racial. Romero, pionero del arte acción comenta: “En la Argentina la palabra “negro” es despectiva, es una cuestión racial, cultural y de clase. Viene del primer peronismo, recuerdo que se les decía cabecitas negras. Yo solía discutir con mi padre sobre el tema porque él era un gallego del sur de España y a pesar de ser un obrero, tenía esa cosa despectiva con la gente del interior del país. Y eso es algo que continúa instalado en nuestras sociedades.”
Esta misma acción ha sido repetida por Romero en diversos contextos: Madrid, Buenos Aires, Río Gallegos y aún no deja de sorprenderle las reacciones tan diversas que esta acción genera según el lugar donde se realiza. “En Río Gallegos fue interesante lo que sucedió porque comenzamos haciendo las pegatinas con los estudiantes y finalmente los jóvenes terminaron invadiendo el monumento al Gral. Roca y lo taparon, como si lo hubieran censurado”, afirma Juan Carlos. Y continúa el recorrido: “En Madrid pegué los afiches en un barrio de inmigrantes y al día siguiente los mismos inmigrantes se los  habían llevado todos de un modo cuidadoso y sin romperlos”.

El primero en salir a la calle
Con 82 años, Juan Carlos Romero es hoy uno de los referentes y pioneros del arte acción y arte público en nuestro país. Su vasta producción se inscribe en campos disciplinarios diversos que generan espacios de superposición de gran riqueza reflexiva: grabador y performer, poeta visual y artista-correo, editor de revistas experimentales y otras publicaciones autogestionadas, archivista y organizador de exposiciones, artista grupal, docente y militante. Un artista que admite una mirada restrospectiva de su trabajo dejando en evidencia una producción coherente y crítica desarrollada desde campos artísticos, lenguajes y soportes disímiles. 
Hoy pareciera que el espacio público es uno de los lugares predilectos para la realización de performances, instalaciones y proyectos artísticos específicos, sin embargo no siempre fue así, y Juan Carlos Romero puede definirse como uno de los primeros en sacar el arte a la calle en nuestro país: “Yo empecé a trabajar en la calle en una época donde eso parecía insignificante. Estudiaba grabado en Bellas Artes, entonces hicimos una demostración de grabado en el espacio público. Fue una acción muy ingenua. Fuimos de los primeros grupos artísticos que salimos a la calle allá por el año ‘58. Llevábamos una prensa de grabado e imprimíamos xilografía en el espacio público. La gente se acercaba,  se entusiasmaba y preguntaba “¿dónde podemos seguir viendo esto?”.
Con una sonrisa constante y una lucidez sorprendente, el artista no deja de resaltar su empatía con el espacio público: “Me gusta mucho la calle, creo que es un lugar donde se pueden generar muchas más cosas que en la galería. La calle es ideal para mostrar a un público desprevenido, un público que no está dispuesto a entrar en una galería, pero que va caminando y descubre la obra. Hoy observo un cambio impresionante, los jóvenes han tomado la calle como un espacio de expresión y manifestación artística y trabajan con grúas y grandes instalaciones”.
Escombros
Al repasar el recorrido artístico de Romero, su participación en el grupoEscombros resulta determinante en la constante búsqueda crítica a través de distintos soportes y lenguajes experimentales como la poesía visual, las acciones e intervenciones urbanas. Al mismo tiempo siempre en conexión con la enseñanza y el diálogo con experiencias estéticas de resistencia cultural y políticas.
Escombros surge en 1988, un momento muy particular de nuestro país: postdictadura, hiperinflación, crisis. Nombrados por la prensa de aquellos años como “animales del arte callejero”, “artistas de lo que queda” o representantes de la “estética de lo roto”, el nombre de la agrupación respondía al interrogante sobre el futuro de un país que parecía derrumbarse día a día. Romero recuerda: “Escombros trabajó muchísimo en la calle hasta el año 1994. Después empezó a trabajar en galerías de arte, pero nosotros siempre sosteníamos que nuestra mejor galería era la calle.” La mayoría de las obras de Escombros se realizaban en el espacio público (en la  calle, la plaza, en un arroyo urbano o un descampado) y siempre reflexionaban sobre la realidad sociopolítica que vivía el país en ese momento. Para hablar de aquella Argentina en ruinas utilizaban materiales de residuo y reciclados como ladrillos viejos, cartones y material descartable. 
Duchamp decía “El acto creativo no es realizado solo por el artista. El espectador pone a la obra en contacto con el mundo exterior, descifrándola e interpretando sus características interiores. Y así contribuye con el acto creativo”. En la obra de Romero, esta premisa ha sido determinante desde un inicio: “Desde que comencé la idea fundamental fue la de que el espectador participara en forma activa; o sea dejar de lado el papel pasivo o de mero contemplador”. Así, en la mayoría de sus producciones el espectador ocupaba un rol central, volviéndose en muchas ocasiones coautor de las obras.  
Mirada
Con una trayectoria de más de 60 años en el campo del arte, Juan Carlos Romero observa a la realidad del país con un dejo de nostalgia por los tiempos pasados: “Hoy es una etapa del país menos combativa. Veo una especie de vacío de participación pública. Los jóvenes que están pintando la calle no hacen arte político, sino más bien estético y muy ligado a sus intereses personales. Creo que les falta un poco de contenido. Sólo algunos movimientos que tienen que ver con la performance y las instalaciones son un poco más políticos, pero no son muy conocidos y actúan poco.”
La acción de Juan Carlos Romero se realizó en el centro histórico de la ciudad de Córdoba los días lunes 25 y martes 26 de marzo en el marco de la muestra “Proximidades” que se exhibe en el Cabildo hasta el 27 de mayo.
Florencia Magaril Alterman


Juan Carlos Romero
Obtuvo más de quince premios entre los que se cuentan el Gran Premio Nacional de Grabado, el premio Naciones Unidas en conjunto con el Grupo de los 13, el premio de Experiencias Visuales de la Asociación de Críticos con el Grupo Escombros, el primer Premio del V Salón de Dibujo de Santo Domingo, el premio Joan Brossa de Poesía Visual en España y el Premio a la Labor Docente de la Asociación Internacional de Críticos de Arte Sección Argentina. En 2010 recibió el Premio Consagración del Fondo Nacional de las Artes. En 2012 recibe el premio Konex de Platino. Actualmente integra el Grupo de Artistas Plásticos Solidarios, codirige la revista de poesía visual La Tzara y es profesor consulto de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata.




Texto escrito por Juan Carlos Romero
Buenos Aires 18-09-08

En 1969 estaba una agrupación sindical telefónica y tuve que encarar la gráfica para la publicidad electoral, entonces nos enteramos que había imprentas tipográficas que hacían afiches baratos. Fuimos con Guillermo, otro compañero, a la imprenta Serantes, que queda en la calle defensa, a seis cuadras de Plaza de mayo. Las tipografías fueron apareciendo en tipos de madera, en distintos “cuerpos” y familias tipográficas. Se hicieron tres afiches distintos. No ganamos las elecciones.
Pasaron los años y en 1972 formaba parte del Grupo de los 13 y Glusberg me invitaba a exponer en los tres pisos de CAYC, mí muestra se llamaría “Violencia”. Busco una nueva imprenta y en la calle San Martín, también a pocas cuadras de Plaza de Mayo, estaba La Familia Italiana, una imprenta tipográfica que fue la más importante de esa época en Buenos Aires. Edito un afiche de 70 x 100 cm, con la palabra Violencia y en el segundo piso de CAYC, ya en 1973, tapizo las paredes y el piso con los afiches en un soporte de cartón. Al año siguiente encargo dos afiches más para un sindicato de artistas y un gremio de profesores de las escuelas de arte de Buenos Aires. En 1975 pido una edición de “medios afiches” de 50 x 70 cm para hacer un libro de artistas que terminó en 1976 y no muestro hasta el año 1983.
Pasaron los años de plomo y retomo las práctica de imprimir nuevos trabajos, ya habían desaparecido las imprentas tipográficas del centro de la cuidad y en mi búsqueda de imprentas de este tipo descubro que hay una en cada uno de estos lugares: Quilmes, Avellaneda, Lanús y la Tablada, que trabajan para cubrir en gran parte, los anuncios de bailantas en los suburbios de Buenos Aires y en el resto del país.
En estos días, conversando con el dueño de la imprenta Pucara de La Tablada, me entero que había comprado los tipos de madera de a la imprenta La Familia Italiana cuando esta dejó de imprimir. Acaso existía la posibilidad de que los tipos que utilicé en 1974, hayan sido los mismos para mis afiches de 2008.

Los tipos de madera y las “xilografías industriales”, el negro de la tinta de impresión con su particular olor y el papel blanco, me producen un intenso placer que me hace suponer que es el mismo Gutemberg, en 1499, en que con sus tipos móviles hacía la primera impresión tipográfica.







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